Mi visita a la Cocina Real de su Majestad

Este fin de semana pasado estuve de paseo por la bella Madrid, y aprovechando mi estadìa reservè una visita al Palacio Real y La Cocina Real del Rey, un lugar espectacular, con mucha historia, que sòlo con observarlo te transporta a esas epocàs de elegancia de reyes y princesas como en los cuentos de hadas.
Aprovecho para comentar que hice mi reserva para estas instalaciones por anticipado, una semana antes, desde la web principal de Palacio, y felizmente lo hice! porque para la visita sin ticket previo hay que hacer una fila gigantesca, en cambio la visita con las entradas de internet fuè inmediata, sin colas. Ademàs no mucha gente sabia que se podìa entrar a la Cocina Real, asì que se debieron comprar esa entrada por separado el mismo dìa de la visita.



Volviendo a mi visita por la cocina real, os explico un poco de historia acerca de este maravilloso lugar:

La Real Cocina ocupa todo un lado del primer sòtano en el Palacio Real Nuevo construido entre 1738 y 1754, y conserva sus instalaciones històricas, renovadas en gran parte entre 1861 y 1880 por voluntad de Isabel II y Alfonso XII. Tanto por su tamaño como por la conservaciòn de su conjunto y por la magnitud e interès de sus accesorios, la Cocina del Palacio Real de Madrid constituye el ejemplo màs importante conservado hasta nuestros dìas entre las cocinas històricas de las residencias regias en las capitales de Europa.



Tan imponente dependencia es coherente con todo el palacio como escenario para la representaciòn del poder. Arriba en el piso principal, el gran Comedor de Gala ostenta el fasto con que la corte española del siglo XIX mantenìa la imagen de la Corona a la altura de su prestigio històrico ante la representaciòn diplomàtica y los visitantes de otras dinastìas. Los comensales recibìan la màs decisiva impresiòn del esplendor regio mediante la exquisitez gastronòmica que seguìa las pautas de cuño francès cosmopolita. Abajo, por tanto, el laboratorio culinario no podìa ser menos rico y magnifico en su gènero, y era capaz de albergar el trabajo tan refinado como rigurosamente exacto necesario para servir los banquetes de ciento cuarenta invitados en las grandes solemnidades.
No menos rico, en todos los sentidos, era el servicio cotidiano para la Familia Real.




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